10/12/10

¡Carta muy significativa a Santa Teresa de Jesús, nuestra amadísima Madre, de la Hermana Lucía Carmen de la Trinidad O.C.D!


¡ Carta muy significativa a Santa Teresa de Jesús,
nuestra amadísima Madre, de la Hermana
Lucía Carmen de la Trinidad O.C.D !
¡ Les recomiendo leerla: ciertamente
es una Carta extraordinaria !

Viernes 10 de Diciembre del 2010, Año Santo Jubilar Mariano

A Teresa de Jesús, nuestra Madre

Lucía Carmen de la Trinidad, O.C.D.
Carmelo de San José, Antequera
(Málaga, España)
           
01-10-2010

La Gracia del Espíritu Santo es ya eternamente contigo, feliz y bienaventurada Teresa. Te escribo porque hoy quiero decirte muchas cosas que me bullen por dentro.

Llevo ya algunos años a la sombra de tu Cariño, en esta Casa de San José de Antequera. Crucé el umbral del Carmelo con toda una Vida por delante, en mis frescas mañanas, sin saber muy bien qué iba a ser de mí, pero segura de no equivocarme. Y me arrimé a tu tronco y en él se hundieron mis raíces. He saboreado cada una de tus Páginas, he bebido el agua clara de tu fuente, y has hecho, Madre, que me enamore locamente de Jesús. ¿Cómo puedo pagar este Don que el Cielo puso en tus manos y tú has volcado sobre mis manos vacías?

Miro hacia el horizonte con Esperanza. Es un arco que se tensa cada vez más y más, un arco bruñido con el oro que destiló de tu pluma, de tus caminos, de tus carretas, de tus cansancios, de tus horas a solas con Él…

Madre, todos tus hijos hemos vuelto a sumergirnos en las aguas limpias del libro de tu alma. Cada día abrimos ese tesoro de tu Vida y nos quedamos con alguna perla, descubriendo que es un tesoro inagotable… ¿Cuántas veces lo he leído? Perdí la cuenta. Pero ahora, es un fuego nuevo el que me arde por dentro cuando me siento a tu lado y me vas contando, otra vez, las Misericordias que el Señor hizo en ti.

Y lo compartimos todas las Hermanas, y a cada una de ellas veo, con gozo, que le rozas el corazón, que te adentras con pleno derecho en su castillo interior, y que llueve en estos huertecillos que se van cuajando de flores.

Me vuelves a sorprender a cada instante…

Por fin conquistó el Señor
el castillo de Teresa.
Y ella humilde se confiesa
sierva, esclava del Amor…
San José, su Protector,
guardóla bien cabe sí…
Y escribe al llegar aquí
con llaneza y libertad:
“Soberana Majestad,
¡sólo para Vos nací!”

Ya estamos, Madre, acompañándote en esos momentos difíciles de tu primer Carmelo. Todos estos meses de estudio, de sentarme a tu lado para escucharte, me están haciendo mucho bien. Descubro a la mujer que lo dio todo para que yo ahora pueda gozarlo TODO. Me es imposible plasmar aquí una experiencia tan rica y tan íntima… Necesito, como tú, palabras nuevas…

Vengo a decirte, Señor,
que quiero orar y no puedo…
en mis asuntos me enredo
y así crece mi dolor.
Siento el Fuego de tu Amor
cuando estoy en tu Presencia,
o en el llanto de la ausencia
cuando me dejas así…
¿Por qué te escondes de mí
nublando tu Transparencia?

Te siento, sí, Cristo Vivo,
en tu Infinita Hermosura…
¡Oh, qué celestial locura
es en la que ahora vivo!
Yo nada doy, y recibo
todos los Bienes del Cielo.
Sólo a Ti, mi Dios, anhelo…
¡Oh, Vida de Vida mía!
Plenitud de Eucaristía
que te cubre con su Velo.

Ya ves, Madre, que llevabas razón cuando decías que salen del alma coplillas muy sentidas, aunque de poco valor.

A nuestro Padre San José, que nos siga cuidando. A la Reina de los Ángeles, que nos siga bendiciendo.

Quiero cantar ya, desde ahora y contigo, las Misericordias del Señor… ¡Bendito sea el Señor, que así me ha regalado!

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