5/4/10

Congreso de Espiritualidad Ignaciana en Manresa, Barcelona, España

Congreso de Espiritualidad Ignaciana

en Manresa, Barcelona, España


Lunes 5 de Abril del 2010, Año Sacerdotal


Congreso de Espiritualidad Ignaciana en Manresa


“Espiritualidad Ignaciana y Culturas Europeas contemporáneas” es el Lema del Congreso que se celebra del 6 al 11 de Abril en la Cueva San Ignacio de Manresa (Barcelona).


06/04/2010


La Espiritualidad Ignaciana es el carisma que se deriva de la experiencia del Fundador de los Jesuitas, San Ignacio de Loyola, y que ha impregnado, no sólo el estilo de los Jesuitas, sino también de otras Congregaciones Religiosas y grupos de laicos. Se caracteriza, sobretodo, por el deseo expresado en las palabras de San Ignacio que animan a “buscar y encontrar a Dios en todas las cosas”. Así se define una Espiritualidad vinculada a la vida, que invita a los que la siguen a ser “contemplativos en la acción” y a levantar la mirada a la globalidad, pero aterrizando en aquello concreto y próximo.


La Espiritualidad Ignaciana implica un gran dinamismo, ya que obliga a estar siempre atentos a los nuevos retos. Esto ha llevado a los Jesuitas a realizar su trabajo, a menudo, en las llamadas “fronteras”, sean geográficas o culturales. Su presencia en Oriente, el trabajo con refugiados e inmigrantes o el diálogo con las ciencias y el mundo moderno son sólo algunos ejemplos.


El papel de la Espiritualidad Ignaciana en la Europa contemporánea


Es precisamente esta voluntad permanente de dar respuesta a los nuevos retos, la motivación principal del Congreso de Espiritualidad Ignaciana, que se celebra del 6 al 11 de abril en la Casa de Espiritualidad Cueva San Ignacio de Manresa. Organizado por la Conferencia de Provinciales Jesuitas de Europa, quiere ayudar a los participantes a compartir su experiencia en el contexto del continente Europeo. Europa es un continente de diversidad inmensa, por lo que los organizadores se refieren a culturas Europeas, rechazando la idea de Europa como unidad cultural monolítica. Esto demanda una actitud de apertura a escuchar las experiencias de los demás y redescubrir las propias, para ver cómo la Espiritualidad Ignaciana puede ser efectiva en el mundo de hoy.


El Congreso contará con la participación de destacados expertos y se iniciará con el análisis de la complejidad del continente Europeo y, especialmente, el papel que juega la Espiritualidad en las culturas. Entre otras cuestiones, el Encuentro se ocupará de la presencia en las llamadas fronteras, con atención a espacios o colectivos como los nuevos modelos de familia, el mundo de la salud o los grupos en situación de riesgo social como inmigrantes, refugiados, presos o excluidos. Una de las jornadas, con el título “proclamar a Jesús en la Europa de hoy”, se dedicará al papel que pueden jugar las nuevas tecnologías de la comunicación en el ámbito de la Espiritualidad y se presentarán nuevas experiencias de acompañamiento on-line y de Ejercicios Espirituales a través de internet. Finalmente, el Congreso concluirá con propuestas para pasar a la acción.


Un escenario significativo y privilegiado


El Congreso de Espiritualidad Ignaciana se realizará en la Cueva San Ignacio de Manresa, situada a unos 60 Km. de Barcelona, y que constituye un centro de Espiritualidad de referencia ubicado en un escenario privilegiado, lugar de profundo aprendizaje en el itinerario de San Ignacio. El Fundador de los Jesuitas llegó a Manresa en 1522 y aquí se quedó durante once meses, que tuvieron una gran importancia en su biografía. En este lugar vivió una profunda experiencia espiritual que sería el origen de los Ejercicios Espirituales.


Fuente:

http://www.jesuitas.es/pages/posts/congreso-de-espiritualidad-ignaciana-en-manresa692.php


San Ignacio de Loyola en la Cueva de Manresa

San Ignacio de Loyola amadísimo,

ruega por todos nosotros. Amén.

Poesía: “¡ Feliz Pascua !”

Poesía: “¡ Feliz Pascua !”


Lunes 5 de Abril del 2010, Año Sacerdotal


¡ Feliz Pascua !

Todo florece en la Pascua.

Músicas nunca soñadas

se despiertan en la humanidad.

La Palabra creadora extiende,

como un eco imparable,

la vida y la alegría.


El perfume llega a todos los pueblos;

a los dolores de las gentes

les alcanza la Bendición.

Todos los pequeños de la tierra

respiran aires nuevos;

con Cristo, en medio, hay esperanza.


Es posible vivir de otra manera;

es posible amar como Jesús.

Toda vida se llena de sentido

al encontrarse embellecida por la Vida.


¡ Cristo ha resucitado !

¡ Aleluya es nuestra canción !


Fuente:

http://www.cipecar.org/es/contenido/?iddoc=4411



Mensaje de Pascua de Su Santidad nuestro amado Papa Benedicto XVI el Domingo de Resurrección

Mensaje de Pascua de Su Santidad

nuestro amado Papa Benedicto XVI

el Domingo de Resurrección


Lunes 5 de Abril del 2010, Año Sacerdotal


La Pascua, esperanza del Mundo


“Cantaré al Señor, sublime es su Victoria": éstas han sido las palabras de la Escritura con que el Santo Padre ha felicitado las Pascuas.


04 de Abril de 2010


«Cantemus Domino: gloriose enim magnificatus est».


«Cantaré al Señor, sublime es su Victoria» (Liturgia de las Horas, Pascua, Oficio de Lecturas, Ant. 1).


Queridos hermanos y hermanas:


Os anuncio la Pascua con estas palabras de la Liturgia, que evocan el antiquísimo himno de alabanza de los Israelitas después del paso del Mar Rojo. El libro del Éxodo (cf. 15, 19-21) narra cómo, al atravesar el mar a pie enjuto y ver a los egipcios ahogados por las aguas, Miriam, la hermana de Moisés y de Aarón, y las demás mujeres danzaron entonando este canto de júbilo: «Cantaré al Señor, sublime es su Victoria, / caballos y carros ha arrojado en el mar». Los Cristianos repiten en todo el mundo este canto en la Vigilia pascual, y explican su significado en una Oración especial de la misma; es una Oración que ahora, bajo la plena luz de la Resurrección, hacemos nuestra con alegría: «También ahora, Señor, vemos brillar tus antiguas maravillas, y lo mismo que en otro tiempo manifestabas tu Poder al librar a un sólo pueblo de la persecución del faraón, hoy aseguras la salvación de todas las naciones, haciéndolas renacer por las aguas del Bautismo. Te pedimos que los hombres del mundo entero lleguen a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel».


El Evangelio nos ha revelado el cumplimiento de las figuras antiguas: Jesucristo, con su Muerte y Resurrección, ha liberado al hombre de aquella esclavitud radical que es el pecado, abriéndole el camino hacia la verdadera Tierra prometida, el Reino de Dios, Reino universal de Justicia, de Amor y de Paz. Este “éxodo” se cumple ante todo dentro del hombre mismo, y consiste en un nuevo nacimiento en el Espíritu Santo, fruto del Bautismo que Cristo nos ha dado precisamente en el Misterio Pascual. El hombre viejo deja el puesto al hombre nuevo; la vida anterior queda atrás, se puede caminar en una vida nueva (cf. Romanos 6, 4). Pero, el “éxodo” espiritual es fuente de una liberación integral, capaz de renovar cualquier dimensión humana, personal y social.


Sí, hermanos, la Pascua es la verdadera Salvación de la humanidad. Si Cristo, el Cordero de Dios, no hubiera derramado su Sangre por nosotros, no tendríamos ninguna esperanza, la muerte sería inevitablemente nuestro destino y el del mundo entero. Pero la Pascua ha invertido la tendencia: la Resurrección de Cristo es una nueva creación, como un injerto capaz de regenerar toda la planta. Es un Acontecimiento que ha modificado profundamente la orientación de la historia, inclinándola de una vez por todas en la dirección del Bien, de la Vida y del Perdón. ¡ Somos libres, estamos salvados ! Por eso, desde lo profundo del corazón exultamos: «Cantemos al Señor, sublime es su Victoria».


El pueblo Cristiano, nacido de las aguas del Bautismo, está llamado a dar testimonio en todo el mundo de esta salvación, a llevar a todos el fruto de la Pascua, que consiste en una vida nueva, liberada del pecado y restaurada en su belleza originaria, en su bondad y verdad. A lo largo de dos mil años, los Cristianos, especialmente los Santos, han fecundado continuamente la historia con la experiencia viva de la Pascua. La Iglesia es el pueblo del éxodo, porque constantemente vive el Misterio Pascual difundiendo su fuerza renovadora siempre y en todas partes. También hoy la humanidad necesita un “éxodo”, que consista no sólo en retoques superficiales, sino en una conversión espiritual y moral. Necesita la Salvación del Evangelio para salir de una crisis profunda y que, por consiguiente, pide cambios profundos, comenzando por las conciencias.


Le pido al Señor Jesús que en Medio Oriente, y en particular en la Tierra santificada con su Muerte y Resurrección, los Pueblos lleven a cabo un “éxodo” verdadero y definitivo de la guerra y la violencia a la paz y la concordia. Que el Resucitado se dirija a las comunidades Cristianas que sufren y son probadas, especialmente en Iraq, dirigiéndoles las palabras de consuelo y de ánimo con que saludó a los Apóstoles en el Cenáculo: “Paz a vosotros” (San Juan 20, 21).


Que la Pascua de Cristo represente, para aquellos Países Latinoamericanos y del Caribe que sufren un peligroso recrudecimiento de los crímenes relacionados con el narcotráfico, la victoria de la convivencia pacífica y del respeto del bien común. Que la querida población de Haití, devastada por la terrible tragedia del terremoto, lleve a cabo su “éxodo” del luto y la desesperación a una nueva esperanza, con la ayuda de la solidaridad internacional. Que los amados ciudadanos Chilenos, asolados por otra grave catástrofe, afronten con tenacidad, y sostenidos por la fe, los trabajos de reconstrucción.


Que se ponga fin, con la Fuerza de Jesús Resucitado, a los conflictos que siguen provocando en África destrucción y sufrimiento, y se alcance la paz y la reconciliación imprescindibles para el desarrollo. De modo particular, confío al Señor el futuro de la República Democrática del Congo, de Guinea y de Nigeria.


Que el Resucitado sostenga a los Cristianos que, como en Pakistán, sufren persecución e incluso la muerte por su fe. Que Él conceda la Fuerza para emprender caminos de diálogo y de convivencia serena a los Países afligidos por el terrorismo y las discriminaciones sociales o religiosas. Que la Pascua de Cristo traiga Luz y Fortaleza a los responsables de todas las Naciones, para que la actividad económica y financiera se rija finalmente por criterios de verdad, de justicia y de ayuda fraterna. Que la Potencia Salvadora de la Resurrección de Cristo colme a toda la humanidad, para que superando las múltiples y trágicas expresiones de una “cultura de la muerte” que se va difundiendo, pueda construir un futuro de Amor y de Verdad, en el que toda vida humana sea respetada y acogida.


Queridos hermanos y hermanas. La Pascua no consiste en magia alguna. De la misma manera que el pueblo Hebreo se encontró con el desierto, más allá del Mar Rojo, así también la Iglesia, después de la Resurrección, se encuentra con los gozos y esperanzas, los dolores y angustias de la historia. Y, sin embargo, esta historia ha cambiado, ha sido marcada por una alianza nueva y eterna, está realmente abierta al futuro. Por eso, salvados en esperanza, proseguimos nuestra peregrinación llevando en el corazón el canto antiguo y siempre nuevo: “Cantaré al Señor, sublime es su Victoria».


Fuente:

http://www.opusdei.es/art.php?p=38122


“¡ Somos libres, estamos salvados ! Por eso,

desde lo profundo del corazón exultamos:

«Cantemos al Señor, sublime es su Victoria»”

(cf. Éxodo 15, 21) (Santo Padre Benedicto XVI)

La Fiesta de Siete Semanas o Cincuentena Pascual

La Fiesta de Siete Semanas

o Cincuentena Pascual


Lunes 5 de Abril del 2010, Año Sacerdotal


Cincuentena: Fiesta de Siete Semanas


Escritores Cristianos del Siglo III y IV nos hablan de la «Cincuentena»: San Ireneo en Galia, Hipólito en Roma, los Documentos Acta Pauli en Asia Menor, Orígenes en Alejandría y Palestina, Tertuliano en África del Norte.


La Iglesia prolonga durante cincuenta días el Tiempo Pascual, celebrando el acontecimiento de la Resurrección de Jesucristo durante siete Domingos —o más exactamente, celebrando siete veces el Domingo de Pascua—. A lo largo de los siete Domingos y sus semanas correspondientes, la Iglesia contempla el Misterio de Cristo a la luz de la Pascua, reflexionando y recordando los distintos aspectos que este gran Misterio, centro de la fe Cristiana, tiene.


El octavo Domingo celebra la Solemnidad de Pentecostés, la Venida del Espíritu Santo, es decir la Efusión del Espíritu de Cristo Resucitado. Con ello culmina la Cincuentena Pascual.


No es casual la duración de cincuenta días, ya que se halla en relación con la Fiesta Judía de la Semanas. Los Judíos celebran la Fiesta de Pentecostés —en Hebreo Xabuot: Fiesta de las Semanas— a las siete semanas de la Fiesta de Pascua (50 días). Ese día, los Israelitas acudían en peregrinación al templo de Jerusalén, portando las primicias —los primeros frutos de sus cosechas—; quienes no pudieran peregrinar, celebraban la gran Fiesta en la sinagoga de su población, profusamente adornada para la ocasión.


También para los Cristianos, Pentecostés es una Fiesta muy importante, ya que ese Día recibieron los Apóstoles la Gracia del Espíritu Santo, según relata San Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Así pues, la comunidad Cristiana celebra ese Día la Efusión del Aliento o Espíritu Santo, exhalado por el Padre sobre los Apóstoles por medio de Jesús Resucitado.


«La Cincuentena Pascual» es el tiempo comprendido entre dos Fiestas importantes: la Resurrección de Cristo y la Efusión del Espíritu Santo. Es tiempo de gran significación, en el que se celebra y conmemora de modo especial aquel Acontecimiento Salvífico. Esa es la razón por la cual es denominada la Cincuentena como tiempo Santo, alegre, jubiloso, Fiesta de gozo, gran Domingo, imagen del mundo futuro… Las mismas normas que se establecían para el Domingo se aplicaban a la Cincuentena: No ayunar, no arrodillarse…


También es tiempo de perdonar, de alabar a Cristo, de socorrer al necesitado, de celebrar que el Esposo (Cristo) está entre los suyos (San Marcos 1, 19-20), de celebrar el Bautismo, de recordar la Resurrección de Cristo gracias a la Acción fecunda del Espíritu Santo. Dicho de otro modo, tiempo para prolongar y celebrar la Fiesta de Pascua.


A mediados del Siglo IV, al menos en Roma, empezaron a celebrar la Ascensión del Señor, tal como relata San León Magno en sus Homilías (440-461). Posteriormente, a finales del Siglo IV, en algunos lugares empezaron a conceder especial importancia al último día de la Cincuentena, es decir, al día de Pentecostés. En algunas comunidades, especialmente en las de Occidente, recordaban la Venida del Espíritu Santo, pero sin olvidar que el Espíritu era una Gracia concedida por Jesucristo en su Pascua. En Roma, el Día de Pentecostés llegó a celebrarse (...) así: la víspera había que ayunar, organizaban la Vigilia nocturna haciendo tantas lecturas como en la Vigilia Pascual y, además, le añadieron la Octava. En las comunidades eclesiales de Oriente —Jerusalén, Siria, Edesa, Mesopotamia— celebraban la Venida del Espíritu Santo y la Ascensión de Jesús.


Estructura de la Cincuentena en la actualidad


A raíz de la reforma litúrgica realizada tras el Concilio Vaticano II, se estableció la Cincuentena de Pascua. Ocho Domingos componen la misma: los siete Domingos de Pascua y el Domingo de Pentecostés. La Octava Pascual no se ha modificado, porque es tiempo de mistagogía, es decir, es todo una semana dedicada a acompañar a los nuevos Bautizados, en su integración en la Vida Sacramental de la comunidad Cristiana.


Era la semana de Catequesis para la integración de los nuevos Bautizados en la Vida Sacramental. Al mismo tiempo, la Liturgia ofrece a la comunidad Cristiana la oportunidad para celebrar solemnemente la Resurrección de Cristo, tomando los Relatos de Jesús Resucitado de los Cuatro Evangelistas.


Domingos de Pascua


Desde el II Domingo de Pascua hasta el VII Domingo de Pascua, en la Asamblea Santa que cada Domingo celebra la comunidad Cristiana, ésta escucha los aspectos más destacados del Acontecimiento Pascual y reflexiona sobre el Mensaje Esperanzador, goza de la Gloria de Cristo Resucitado, vive la alegría de tener de nuevo consigo al Esposo, recibe la Fuerza del Espíritu y refuerza la vida comunitaria, recordando y renovando los compromisos del Bautismo.


Fuente:

http://www.iglesiadeasturias.org/liturgia/FormacionTiPascual7.htm


Definición de la Pascua

Definición de la Pascua


Lunes 5 de Abril del 2010, Año Sacerdotal


La Pascua (definición)


Todo acontecimiento importante es conveniente que sea recordado. El pueblo de Israel alimentó su fe en el Señor, recordando las maravillas que Él realizó con sus padres. Ahora los Cristianos recordamos la Obra más maravillosa que Dios Padre ha hecho en su Hijo, por medio del Espíritu Santo: LA RESURRECCIÓN DE JESÚS, contenido fundamental y fundamento de nuestra fe.


La Resurrección de Jesús es un acontecimiento absolutamente único y trascendente, sin embargo se inserta en nuestra historia humana y la afecta a través de un conjunto de sucesos históricamente comprobables que fueron manifestaciones del Resucitado y por tanto de la Resurrección.


A diferencia de cualquier acontecimiento humano, el acontecimiento salvífico se hace presente, porque tiene como finalidad la salvación de los hombres de todos los tiempos. La Resurrección de Jesús, es lo que los cristianos celebramos en la Pascua, centro de todo el Año Litúrgico.


Fuente:

http://www.rosario.org.mx/liturgia/a_liturgico/cuaresma2.htm