10/9/10

En Defensa de la Vida: “Decálogo a favor de la Vida humana naciente”


En Defensa de la Vida: “Decálogo a
favor de la Vida humana naciente”

Viernes 10 de Septiembre del 2010, Año Santo Jubilar Mariano

Decálogo a favor de la Vida humana naciente

1. La Vida comienza en el momento de la concepción.

2. El embrión tiene una identidad genética propia y distinta a la de la madre, del mismo modo que todas las células de la madre gestante comparten una identidad genética propia y distinta a la del embrión.

3. El embrión en el claustro materno no forma parte de la sustantividad ni de ningún órgano de la madre, pero sí depende de ésta para completar su propio desarrollo. Sin embargo, el embrión, no es indispensable para la Vida de la madre, que era y sigue siendo la misma antes, durante y después de la concepción y de la gestación.

4. El desarrollo está previsto en el genoma individual que ya existe en el cigoto y no variará a lo largo de la Vida.

5. El desarrollo morfogenético obedece a un programa de actividades genéticas secuenciales, en espacio y tiempo, que quedó establecido en el momento de la fecundación.

6. No hay saltos cualitativos ni en la constitución genética ni por tanto en la condición humana desde la fecundación hasta la muerte.

7. El embrión merece la calificación de ser humano y el ser humano es inmutable en su identidad genética a lo largo de su Vida, y por tanto en su condición de persona.

8. No hay argumentos para discutir la condición de la Vida humana con la misma intensidad en todas y cada una de sus etapas.

9. No se puede esgrimir el gemelismo monocigótico como argumento para retrasar el inicio de la vida al momento de la unicidad (implantación del blastocisto). La individualidad no es incompatible con la divisibilidad. El gemelismo no demuestra que lo que había antes no fuese una Vida humana, sino que a partir de dicho instante hay más de una Vida humana.

10. La utilización del término preembrión se restringe a los textos legales. Es absurdo desde el punto de vista biológico y una manipulación del lenguaje. Si de un embrión puede surgir más de un ser humano, la trascendencia moral de su destrucción no sólo no es menor sino que se agrava.

Fuentes:
http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s2c2a5_sp.html


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