22/4/10

“Proclámenlo desde las azoteas”, excelente Artículo de Monseñor Vittorino Girardi S., Obispo de Tilarán, Costa Rica

“Proclámenlo desde las azoteas”, excelente

Artículo de Monseñor Vittorino Girardi S.,

Obispo de Tilarán, Costa Rica


Jueves 22 de Abril del 2010, Año Sacerdotal


“Proclámenlo desde las azoteas”

Mons. Vittorino Girardi S. Mccj

Obispo de Tilarán


Domingo 18 de Abril del 2010


Estaba reflexionando acerca de cómo ordenar mis ideas para esta página cuando en mi celular entró un “mensaje nuevo”. Lo abro y leo: Amor. Se define así: Amor es un madero bañado en Sangre. Una corona de espinas que penetra en la Piel. Unos Pies y Manos atravesados por unos clavos. Un Corazón traspasado por una lanza… Y un grito del Santo y amadísimo Jesús que te dice: “Con todo mi Amor, ¡ mi Sangre es por ti!”.


No es la primera vez que la misma persona me “evangeliza” con preciosos mensajes que me deja en mi celular. Obviamente se trata de una persona joven. Y con su actitud y sus gestos me “acerca” el mundo de los jóvenes, tan lleno ya de todos los logros de la tecnología. Es el mundo del “Ciberespacio”, con todos sus mitos y toda su muy compleja realidad, y que está cambiando radicalmente la cultura, y no sólo de los más jóvenes. El interés para conocer, que define a todo ser humano, pareciera que se focalice exclusivamente hacia lo “visual” y lo “digital”.


Un nuevo areópago


Las consecuencias desbordan nuestra imaginación y comprensión, particularmente en el ámbito de la educación y formación. Sólo un ejemplo: los aparatos de la clase “Iphone” permiten estar conectado constantemente y donde uno se encuentre, a la red: gracias a buscadores dotados de tecnología como Google, presentes en el “Iphone”, cualquier tipo de información que uno necesita la tiene disponible en cualquier momento, en cualquier lugar y en un tiempo mínimo… el Internet pues, “sabe” más que cualquier profesor, ¿ por qué entonces escucharlo ?


Éste es uno de los nuevos areópagos, inquietante y desafiante, al cual nos envía Jesús, como en su momento envió a sus Apóstoles: “Vayan por todo el mundo, prediquen el Evangelio; Yo estaré con ustedes, todos los días, hasta el fin del mundo” (San Mateo 28, 19-20).


Jesús nos invita a mirar hacia delante. Aún cuando todo cambio radical exige sacrificio y no es posible evitar toda exageración, con el riesgo de pretender soluciones rápidas y fáciles. Hay que entrar en el mundo del “Ciberespacio”, con valentía, sin cerrarse por temor, sin caer en la tentación de ser sólo espectadores.


Para estas sencillas afirmaciones, me inspira y acompaña lo que dijo Pablo VI, y que ha repetido el Papa Benedicto, cuarenta años después: “El Papa considera que tiene que seguir únicamente la línea de la confianza en Jesucristo, a Quien la Iglesia (y entonces su misión) le interesa más que a nadie. Él calmará la tempestad… No se trata de una espera estéril o inerte, sino más bien de una espera vigilante en la Oración. Esta es la condición que Jesús escogió para nosotros a fin de que Él pueda actuar en plenitud”.


Con otras palabras: Desde su fundación la Iglesia se ha enfrentado con situaciones humanamente insuperables y en que debía llevar adelante la misión que Cristo le ha confiado. Su actitud ha sido la de la “confianza”, porque consciente de que Quien la guía es Cristo, su mismo Fundador. Pero su actitud, ha sido a la vez de compromiso, y no pocas veces, de real audacia.


Hay que proclamar el Evangelio “desde las azoteas”, es decir, enfrentando con valentía, cualquier nuevo desafío, asumiendo la pasión por la misión, al estilo de Cristo “devorado por el celo de la Casa de Dios”, de Pablo, cuyo grito es bien conocido: “Ay de mí si no evangelizo”, y de muchísimos otros Franciscos Javier y Teresas de Calcuta que han sabido hacer penetrar la Semilla del Evangelio en terrenos aparentemente “imposibles”.


De su parte, los Documentos de Aparecida, nos recuerdan que “puestos al servicio del Evangelio”, los nuevos alcances de la tecnología “ofrecen la posibilidad de extender, casi sin límites, el campo de audición de la Palabra de Dios, haciendo llegar la Buena Nueva a millones de personas. La Iglesia se sentiría culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios que la inteligencia humana perfecciona cada vez más.


Con ellos la Iglesia “proclama desde las azoteas” el Mensaje de que es depositaria. En ellos encuentra una versión moderna y eficaz del “púlpito”. Gracias a ellos puede alcanzar a multitudes” (No. 485).


Peligro del relativismo


Lo que se nos ofrece con los últimos avances de la tecnología de la comunicación, es sobretodo (y casi exclusivamente) información, y esto conlleva el grave peligro del “relativismo”, es decir, de la renuncia a buscar la verdad, conformándonos con opiniones, con el “a mí me parece”, “las encuestas afirman”, con el “se dice”… ¿ por qué seguir preguntando, cuando pareciera que no hay respuesta cierta ? No cabe duda: la información fácil y excesiva, coopera al adormecimiento de las preguntas humanas fundamentales, existenciales.


En el uso de estas nuevas tecnologías, la Iglesia y cuantos dentro de ella queremos presentar un servicio a la Evangelización, debemos pues saber despertar en el corazón y en la mente de los destinatarios, jóvenes sobre todo, toda esa serie de preguntas que inevitablemente la vida hace surgir, y que la actual tecnología de la comunicación tan fácilmente, desplaza, oculta y relativiza… Nos referimos a las preguntas de “sentido”, en torno a la vida misma, a la muerte, a la convivencia, al más allá.


¿ Qué sentido tiene vivir ? ¿ Qué quiere decir actuar en justicia ? ¿ Qué quiere decir amar ? ¿ Cómo es posible convivir en forma ordenada y justa con los demás ? ¿ Por qué el sufrimiento de los inocentes ? ¿ Qué cabe esperar ? ¿ Hay o no un responsable último de este mundo fascinante y dramático a la vez ? En definitiva ¿ a quién realmente le interesamos ?...


Estas preguntas de una u otra forma apremian al hombre de todo tiempo, de toda cultura, de toda raza, son preguntas que no se pueden evadir. Si no logramos encontrarle una respuesta válida, es inevitable que se llegue a afirmar, con actitudes y gestos, sino con palabras, lo que escribió el poeta italiano G. Leopardi: “A me la vita é male” (para mí la vida es un mal).


La Iglesia entrando en el mundo del “Ciberespacio”, con valentía y confianza, está llamada a hacer “despertar” esa serie de preguntas adormecidas en el corazón de nuestros jóvenes, y sabe que no está sola en esta labor. Ella cuenta con la acción del que “ilumina a todo hombre que viene a este mundo, para que llegue al conocimiento de la Verdad. (Cfr. San Juan 1, 9)


Fuente:

http://www.elecocatolico.org/index2.php?pag=opinion


Pantalla con una Imagen del

Canal del Vaticano en Internet

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