Mensaje trascendental y hermoso para los jóvenes,
de Monseñor Vittorino Girardi S., Obispo
de Tilarán-Liberia, Costa Rica
¡ Les recomiendo leerlo !
Viernes 27 de Agosto del 2010, Año Santo Jubilar Mariano
Mis queridos jóvenes
Mons. Vittorino Girardi S.
Obispo de Tilarán-Liberia
Eco Católico, 20-06-2010
En estos casi 8 años de mis visitas a las 34 Parroquias y Comunidades, he encontrado a muchos de ustedes, jóvenes con entusiasmo, apasionados por la Persona de Cristo y con altos ideales y proyectos de superación humana y Cristiana.
He intentado “meterme” de lleno en sus problemas, orando todos los días por ustedes, pero especialmente por cuantos de ustedes me han manifestado, con palabras y más con actitudes, sus preocupaciones, sus sufrimientos.
Me detengo para orar frente al Sagrario y frente a Cristo Crucificado, y en Él, Crucificado, vuelvo a ver sus sonrisas, su alegría de vivir, sus sueños, sus aspiraciones, pero entreveo también miradas tristes, pensativas y no pocos desilusionados…
Con frecuencia son rostros vacíos de Esperanza, y sin horizontes; miradas apagadas que parecen cerrarse a la Vida y a los sueños, como si el tiempo y la Vida hubiesen traicionado toda expectativa; ojos llenos de sufrimiento, de lágrimas… Son las miradas de jóvenes tristes que han perdido el sentido de su vivir, su identidad y caen fácilmente en la trampa de los instintos, del placer inmediato.
Para todos ellos mi Oración se hace particular y más intensa, mientras invoco, para todos ustedes, mis queridos jóvenes, la Protección y la Intercesión de María Santísima, nuestra Buena Madre.
Para todos, quiero repetirles la Buena Noticia, lo esencial de nuestro Cristianismo, a saber, la Noticia de un Hombre, Quien a la vez es Dios, Jesucristo, Quien nos amó hasta el extremo de entregar Su Vida y de dárnosla en el Don del Espíritu Santo.
La Noticia sorprendente de que Alguien nos ama incondicionalmente, infinitamente. Ha aceptado, por nosotros, ser el derrotado, el excluido, pero que ha surgido, de esa misma derrota de la Cruz y de la tumba, como Dueño de la Vida y Señor de la Historia.
Sabemos que cada uno de nosotros se encuentra (tarde o temprano) con el dolor, el sufrimiento, la traición, la soledad, el pecado, la muerte… Nadie puede huir de esta experiencia, que indica la complejidad de nuestra existencia y sus límites, y de entre ellos, el límite realmente trágico de la muerte. Sin embargo, Cristo, Su Espíritu, nos animan; en Su Victoria sobre la muerte y el mal, comprendemos que se nos abre adelante la Esperanza; comprendemos que no cabe sentirnos derrotados… A imitación de Cristo, fortalecidos, sostenidos por su Espíritu, debemos resistir, debemos salir vencedores del pesimismo, del mal, del creer que nuestro esfuerzo va a ser en vano.
Desde cuando Cristo asumió nuestra cruz, como si fuera, (y lo fue) suya; desde cuando Cristo dejó la tumba vacía y nos ha dado Su Vida que es su Espíritu, ninguna cruz ha quedado sola, ninguna lucha nuestra es lucha “en solitario”.
Nos resuenan dentro, y nos sostienen Sus Palabras: “Ánimo, soy Yo. No tengan miedo, Yo he vencido al mundo. Mi Paz les doy, Mi Paz les dejo…”. Nunca iremos a la deriva, pobres barcas sin rumbo, ni timón, sino que siempre nos encontraremos rodeados por Su Luz, por Su Cuidado, con tal que nos dejemos iluminar y cuidar.
Unas orientaciones
1.- Reconozcamos que hay una rotura, una dolorosa distancia entre lo que quisiéramos y lo que realmente queremos y logramos. Es decir, llevamos el tesoro de nuestra juventud, de nuestros sueños de un mundo mejor, en vasijas de barro. No tenemos alternativa: si queremos que los sueños nuestros no sean como las olas que irrumpen y mueren en la orilla, urge acudir a Aquel que nos repite: “sin Mí no pueden hacer nada” y a la vez: “lo que es imposible a los hombres, es posible a Dios”.
2.- Desclavémonos y ayudemos a desclavarse a otros de cruces que desfiguran, que humillan, que esclavizan, que entristecen y echan a perder ese divino tesoro de su juventud. Y para ello, fijemos nuestra mirada serena, alentadora, viva, propia de quien bien conoce nuestra historia, todos sus aspectos, y la conoce para sanarla, embellecerla, hermosearla…
3.- Tengamos presente, siempre, que nadie es una isla y que todos somos responsables de todo. Y los jóvenes evangelizan a los jóvenes, cómo podrían también traicionarlos. Nadie sabe cuánto bien hace, cuando hace el bien, pero también nadie sabe cuánto mal hace cuando hace el mal.
Ánimo, mis queridos jóvenes, a todos les deseo una Vida llena de sentido, de rumbo, con un Norte bien claro y que tiene Nombre, Jesucristo, Norte y a la vez Camino.
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¡ Que Dios y María Santísima te Bendigan hoy y siempre !