“Qué importante es que en el panorama de tu vida y de la mía, de tu hogar, de tu familia, de tus dolores y dificultades, siempre haya un fondo de esperanza, de entusiasmo porque el Señor ha resucitado, el bien ha vencido al mal”, recordó el Cardenal Juan Luis Cipriani en la Santa Misa por Pascua de Resurrección que presidió el Domingo 4 de Abril en la Basílica Catedral de Lima.
El Arzobispo de Lima reconoció que con su Resurrección, Jesús nos incorpora en la sintonía de lo trascendente. Por tanto, este Acontecimiento debe tomarse con alegría, porque confirma la Fe Católica.
Asimismo, recordó que cuando la fe ilumina a la razón se genera progreso, crecimiento, desarrollo, brindándole al mundo actual una música que le permite andar con gozo y serenidad. Pero, por el contrario, cuando se pelean (la fe y la razón), hacen mucho daño a la humanidad.
“Por eso, la Presencia de Cristo Resucitado, esa Música Eterna y Trascendente, le da una maravillosa respuesta al mundo”, reflexionó.
Oración por Benedicto XVI
El Cardenal Juan Luis Cipriani hizo un llamado a todos los Católicos para respaldar al Papa Benedicto XVI, en relación a los constantes ataques que viene recibiendo el Santo Padre y dijo sentir dolor por el hombre que ha hecho de su Pontificado, una constante defensa de la Verdad.
“Personalmente, me rebelo. Y por eso, en tiempos especialmente duros, el coraje y el Amor a Dios se ponen de pie; y eso es lo que les pido: unidos al Papa en la Verdad, en el Bien, en el Amor”, señaló.
“Elevo mi corazón a Dios para pedirle que lo apoye y le dé fortaleza, ya que se ha destapado una rebeldía frente a la Verdad, frente a la Bondad, frente al Amor”, continuó.
Pidió también a Jesús y a la Virgen María, cuidar de la Iglesia Católica y dar una protección especial al Santo Padre, para que no prevalezca esa campaña de suciedad en su contra.
Finalmente, deseó a todos los fieles una Feliz Pascua de Resurrección, pidiendo una Oración especial de cercanía y afecto por el Papa Benedicto XVI, para que lo fortalezca en estos tiempos difíciles.
Concelebró con el Arzobispo de Lima, Monseñor Adriano Tomasi, OFM., Obispo Auxiliar de Lima.
En la Santa Misa participó el Presidente de la República, Dr. Alan García Pérez; el Ministro de Defensa, Rafael Rey, así como miembros de diversas Congregaciones Religiosas y numerosos fieles.
Pascua de Resurrección en Manchay
Por otro lado, a las 4:00a.m. el Arzobispo de Lima ofició una Santa Misa por Pascua de Resurrección en Manchay, a la que reconoció como un pueblo que realmente expresa lo que es la fe.
“Esa gente sencilla, humilde, buena. ¡ Esa es mi gente !, por su sencillez de corazón. Con esa gente Jesús cambió el mundo”, mencionó.
«Y nosotros les anunciamos a ustedes esta Buena Noticia: la Promesa que Dios hizo a nuestros padres, fue cumplida por Él en favor de sus hijos, que somos nosotros, resucitando a Jesús, como está escrito en el Salmo segundo: Tú eres mi Hijo; Yo te he engendrado hoy» (cf. Hechos de los Apóstoles 13, 32-33).
El Arzobispo de Tarragona, Monseñor Jaume Pujol B.,
consideró “contundente y clara la respuesta
del Papa Benedicto XVI ante abusos”
Miércoles 7 de Abril del 2010, Año Sacerdotal
Arzobispo considera contundente y clara respuesta
del Papa Benedicto XVI ante abusos
TARRAGONA, 23 Mar. 10 / 11:10 a.m. (ACI/Europa Press)
El Arzobispo de Tarragona, Mons. Jaume Pujol, consideró hoy "contundente y clara" la respuesta del Papa Benedicto XVI ante los casos de abusos de menores por parte de sacerdotes, convirtiéndose en el primer Obispo Catalán que habla abiertamente de la crisis por estos casos.
En declaraciones al portal CatalunyaReligió recogidas por Europa Press, Mons. Pujol confesó sentirse "muy dolido" por todo lo ocurrido, porque "se ha ofendido mucho a Dios y se ha hecho mucho daño a muchas personas".
A su juicio, la respuesta del Papa ha sido "extraordinariamente contundente y clara" y "no busca ningún tipo de excusa". Confió en que esta crisis no estalle también en Catalunya, pero señaló que en esta situación la carta de Benedicto XVI a los Obispos Irlandeses "da una pauta bien explícita sobre cuál debe ser la reacción".
Ante esta situación, pidió reforzar valores como la castidad o el pleno cumplimiento de los Mandamientos para prevenir estos abusos. También pidió que no se extienda la desconfianza dentro de la Iglesia.
En el orden usual, Monseñor Joan-Enric Vives Sicilia, Obispo de Urgell y Secretario de la CET (Conferencia Episcopal Tarraconense), y Monseñor Jaume Pujol Balcells, Arzobispo Metropolitano de Tarragona y Primado y Presidente de la CET.
Editorial del Padre Federico Lombardi —Sacerdote Jesuita
y Director de Radio Vaticano— del 27 de Marzo del 2010
Miércoles 7 de Abril del 2010, Año Sacerdotal
Editorial del Director de Radio Vaticano: combatir
y extirpar la plaga de abusos donde sucedan
Padre Federico Lombardi, Sacerdote Jesuita
Sábado, 27 Mar (RV).- La cuestión de los abusos sexuales de menores por parte de miembros del clero Católico ha seguido estando muy presente en los medios de comunicación de muchos países, en particular en Europa y en América del Norte también en los últimos días tras la publicación de la Carta del Papa a los Católicos Irlandeses.
No es una sorpresa. El argumento es de tal naturaleza que atrae la atención de los medios de comunicación, y el modo en el que la Iglesia lo afronta es crucial para su credibilidad moral.
En realidad, los casos que han salido a relucir tuvieron lugar, por lo general, hace bastante tiempo, incluso hace decenas de años, pero reconocerlos y reparar el daño hecho a las víctimas es el precio del restablecimiento de la justicia y de aquella “purificación de la memoria” que permite mirar con renovado compromiso y con humildad y confianza en el futuro.
A esta confianza contribuyen las numerosas señales positivas que han llegado de diferentes conferencias episcopales, obispos e instituciones Católicas de varios países de distintos continentes: las directivas para la gestión correcta y la prevención de los abusos, reiteradas, actualizadas y renovadas en Alemania, Austria, Australia, Canadá, etc.
En particular, una buena noticia es el séptimo informe anual sobre la aplicación de la “Carta para la protección de los niños y jóvenes” de la Iglesia en Estados Unidos. Sin caer en la complacencia, fuera de lugar, no se puede dejar de reconocer el esfuerzo extraordinario de prevención efectuado a través de numerosos cursos de formación y capacitación tanto para los jóvenes como para todo elpersonal encargado de la pastoral y la educación. También hay que tener en cuenta que el número de las denuncias de abusos ha disminuido un 30 por ciento en el último año y de que la mayor parte se remonta a hechos sucedidos hace más de 30 años.
Sin entrar en detalles, hay que reconocer que las medidas tomadas y las que se están llevando a cabo se han revelado eficaces. La Iglesia en Estados Unidos ha emprendido un buen camino para renovarse.
Pensamos que esta es una noticia importante en el contexto de los recientes ataques de los medios de comunicación que, evidentemente, han causado daños. Pero un observador imparcial advierte que la autoridad del Papa y la labor intensa y coherente de la Congregación para la Doctrina de la Fe no resultan mermadas, sino al contrario, confirmadas a la hora de sostener y orientar a los episcopados para combatir y extirpar la plaga de los abusos en cualquier lugar donde sucedan. La reciente Carta del Papa a la Iglesia de Irlanda representa un intenso testimonio que contribuye a preparar el futuro a través de un camino de “curación, renovación y reparación”.
Con humildad y confianza, con espíritu de penitencia y esperanza, la Iglesia entra ahora en la Semana Santa y pide al Señor, que sufre y resucita por todos, Misericordia y Gracia.
Los universitarios que participan en el UNIV han escrito una carta a Benedicto XVI para transmitirle lo que cada uno, durante estos días en Roma, querría contar al Papa.
30 de Marzo de 2010
Santo Padre,
Somos universitarios de 30 países del mundo. Provenimos de culturas diversas, no todas Cristianas o Católicas, pero queremos escribir al Papa para manifestar la gratitud que nos une.
Gracias, Santo Padre, por estos cinco años de Pontificado; por su ejemplo de servicio, y por su ejemplo en la búsqueda de la verdad. Gracias por sus encuentros con los jóvenes: lo decimos en nombre de los millones de personas que han podido escuchar la palabra del Papa en Colonia, Cracovia, en São Paulo, en Loreto, en Nueva York, en Sydney, en París, en Yaoundé, en Luanda, en Praga... Gracias por su servicio infatigable y por el ejemplo de apertura al diálogo que nos ofrece constantemente, para buscar la verdad de las cosas.
Gracias por haber establecido este Año Sacerdotal para la Iglesia y para el mundo. Vemos cómo muchos toman ocasión de hechos dolorosos para la Iglesia y para el Papa y siembran dudas y sospechas. A estos sembradores de desconfianza queremos decir con claridad que no aceptamos su ideología. Les respetamos, pero exigimos de ellos también el respeto por nuestra fe y el reconocimiento del derecho que tenemos de vivir como Cristianos en una sociedad plural.
Cada uno de nosotros, también quien no tiene el don de la fe, conoce directamente innumerables sacerdotes, capellanes universitarios, párrocos, directores espirituales y confesores. Les conocemos personalmente, no por los periódicos, y estamos agradecidos por su presencia disponible, eficaz, sacrificada, abierta a todos. A todos ellos, y al Papa en primer lugar, queremos decir: ¡Gracias!
Gracias, Santidad, por el valor con que invita a todos los fieles de la Iglesia a seguir a Cristo con una entrega total, sin dejarse “intimidar por las falsas apariencias de las opiniones dominantes.” Y gracias, también, a Dios, que ha entregado a su grey un Pastor que desde el primer momento ha dicho que la Iglesia hoy es joven y está viva.
También en nombre de todos nuestros amigos y conocidos queremos decirle que estamos con Usted, Santo Padre, mediante nuestra Oración, nuestro afecto y nuestro trabajo cotidiano. Le pedimos la Bendición para nuestro estudio, para nuestras familias, para el empeño de cada uno de nosotros en la amistad con Dios y con los demás, en la universidad, en el voluntariado, en el deporte y en la diversión.
¡ Gracias y muchísimas felicidades por estos primeros cinco años como Vicario de Cristo !
Pamplona, Sábado, 20 Marzo 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito Don Ramiro Pellitero, Profesor de Teología Pastoral en la Universidad de Navarra.
* * *
En ocasiones se habla de la Iglesia como "santa y pecadora". En realidad no es así. La Iglesia por sí es santa, si bien —dice el Concilio Vaticano II— al mismo tiempo durante la historia está "siempre necesitada de purificación". Esto se debe a que tiene en su seno pecadores. De hecho procura continuamente que se conviertan en justos, es decir en santos. Entonces —podría alguien preguntarse—, ¿ dónde se ve en la tierra que la Iglesia es santa ? ¿ O es santa sólo en el cielo ? Que la Iglesia es santa también en la tierra, se ve continuamente, si se mira sin prejuicios, precisamente en sus muchos justos, en los frutos que da —ya aquí abajo— la vida de los santos, en la fe de los mártires, en lo sublime de su doctrina, en cómo van influyendo los Cristianos en la transformación de la historia, etc.
Nada de esto debe hacer olvidar que han existido y existen también entre los Cristianos los pecadores —todos de alguna manera lo somos, unos más que otros—; y la Iglesia misma se ha hecho más consciente de que para poder ser eficaz en su misión, antes que nada tiene que permanecer —en cada uno de sus miembros y en su conjunto— a la escucha de Dios, de modo que responda a lo que Dios quiere para ella y para el mundo.
En especial los últimos Papas han promovido la "purificación de la memoria" en la Iglesia. Es decir, el pedir perdón junto con el poner los medios para que los pecados y los escándalos no se repitan. A pesar de todo es previsible, como dijo ya el Maestro, que siempre habrá escándalos. Hay que intentar que no se produzcan, no ya los escándalos sino sus causas y raíces. Especialmente escandaloso es el mal que se hace con ocasión de las tareas de la Iglesia, en concreto el daño causado por algunos sacerdotes en la labor educativa con los niños y jóvenes. Al mismo tiempo, no puede olvidarse que Jesús estuvo clavado en la Cruz y dio hasta la última gota de su Sangre por la santidad de la Iglesia y la de la humanidad. Nos conoció a cada uno, dice San Pablo, y dio su Vida por nosotros. La Cruz ni puede olvidarse, ni convertirse —para un pecador— en un pretexto para seguir pecando. La Cruz existe porque existe el pecado, y el pecado existe porque existe la libertad. Lo que se requiere es enseñar de verdad a ser libres, y esto significa buscar siempre la verdad y el Amor en todas las cosas (lo contrario no es libertad sino esclavitud).
Dicho todo lo anterior, no es cierto que la Iglesia se esté hundiendo o vaya a desaparecer. Tiene en la historia su permanencia garantizada por Dios. Esto no significa que en determinados países o regiones del mundo puedan dejar de existir los Cristianos (como de hecho ha sucedido). La pregunta es si entre nosotros, aquí y ahora, en nuestras familias, en nuestras ciudades, en nuestros países, está sucediendo o puede suceder esto. No falta quien señale datos negativos y patentes, con formulaciones un tanto provocativas y simplificadoras: el declive de la práctica religiosa, el descenso y las defecciones de sacerdotes y religiosos, lo irreversible de la modernidad, el tozudo "formalismo" de la institución eclesial, etc. De ahí se deduce a veces, como si fuera una consecuencia evidente, que la doctrina y la moral de la Iglesia ya no sirven, o que su lenguaje es moralizante e inadaptado para nuestra época, y tendría que ser más "espiritual" o "místico".
Habría mucho que decir y matizar en cada uno de estos temas (bastaría con hojear el Catecismo de la Iglesia católica para desmentir esas falacias). La solución no viene ni por la negación de la Revelación Cristiana (las Escrituras y la Tradición de la Iglesia) ni por la negación ingenua de la realidad, ni por el pesimismo. La solución hay que buscarla viviendo personalmente con autenticidad el Evangelio y ayudando a los demás a descubrir el mensaje Cristiano. Y esto incluye el esfuerzo por evitar el pecado y acercarse a la santidad, por el Amor y la Cruz. No buscamos los Cristianos la Cruz por sí misma, sino porque queremos imitar a Cristo que nos redimió en la Cruz; y queremos unirnos con Él en lo que realizó en la Cruz, y así "corredimir" con Él abrazando la Cruz, el dolor; sobre todo cuando no se puede evitar, y mientras se trata de evitar. Cristo, dijo Pascal, está en agonía hasta el fin del mundo.
Escribió San Agustín en su libro "La Ciudad de Dios", que, en su tarea, no le faltan a la Iglesia ni las persecuciones del "mundo" —de quienes se consideran contrarios a la fe— ni los Consuelos de Dios. Ciertamente, los hijos de las tinieblas son con frecuencia más activos que los hijos de la luz. Ciertamente, hay una labor de cultura que hay que impulsar en tantos lugares (para compensar el "pan y circo" que aborrega a muchos ciudadanos). Ciertamente, a los jóvenes hay que presentarles el Evangelio en toda su belleza y atractivo. Ciertamente, podríamos esforzarnos en aprovechar más los tesoros de la Liturgia y de la Espiritualidad Cristianas, o mejorar nuestra sensibilidad por los más pobres y necesitados. Pero todo esto no se hace de un día para otro, ni se puede vender como en rebajas, a costa del bien, de la verdad, de la unidad.
Y también ciertamente nada de ello es una utopía. La Iglesia no es inmóvil —ha recordado Benedicto XVI recientemente citando a San Buenaventura— porque "las Obras de Cristo no van atrás, no disminuyen, sino que progresan". No cabe ceder —añade el Papa— ante un utopismo espiritualista o anárquico, que se viene repitiendo cansinamente tras el Concilio Vaticano II. "Algunos —señala— estaban convencidos de que todo sería nuevo, que habría otra Iglesia, que la Iglesia preconciliar acabaría y que tendríamos otra completamente diferente. ¡Un utopismo anárquico! Y gracias a Dios los sabios timoneles de la barca de Pedro, el Papa Pablo VI y el Papa Juan Pablo II, por una parte defendieron la novedad del Concilio y por la otra, al mismo tiempo, defendieron la unicidad y la continuidad de la Iglesia, que es siempre Iglesia de pecadores y siempre lugar de Gracia". Y, podría añadirse, el Papa actual lleva con mano segura el timón de esta barca, que por momentos puede parecer una barquichuela zarandeada por una tormenta —no rara vez provocada por sus enemigos, al menos en parte—, pero que no se hundirá.
Por tanto, a pesar de los pecados y de los escándalos de algunos Cristianos, cabe recordar las palabras de Benedicto XVI al comienzo de su Pontificado: "La Iglesia es joven. Ella lleva en sí misma el futuro del mundo y, por tanto, indica también a cada uno de nosotros la vía hacia el futuro. La Iglesia está viva y nosotros lo vemos: experimentamos la alegría que el Resucitado ha prometido a los suyos".
Algunos datos del Padre Ramiro: Doctor en Sagrada Teología (1992). Profesor Agregado de Teología Pastoral. Subdirector del Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Miembro de la Catholic Theological Society of America (CTSA). Principales áreas de investigación e intereses: Eclesiología, Teología de los ministerios y de los carismas en la Iglesia; Naturaleza y método de la Teología Pastoral (o Práctica); Catequesis e ideologías en el mundo contemporáneo; Pastoral de la salud. Trabaja en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, Pamplona, España. Su correo electrónico es:
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