“Si hay Sacerdote, habrá Vocaciones Sacerdotales”:
excelente Artículo del Rector del Seminario
de Guadalajara (México)
¡ Les recomiendo leerlo !
Martes 8 de Febrero del 2011, Año Santo Jubilar Mariano
SI HAY SACERDOTE, HABRÁ
VOCACIONES SACERDOTALES
Nov.18, 2010
«Si sirves al humilde y despreciado, si visitas al anciano y al enfermo, si vences tu pereza y buscas a tu hermano que, olvidándose de Dios, vive en el pecado y apartado de los Sacramentos; si vences el mal con el Bien, si oras sin desfallecer y amas sin condiciones, serás buen Sacerdote» (Card. John Henry Newman).
La proximidad sacerdotal, como debemos entenderla, tiene dos dimensiones:
a) La aceptación positiva del joven y del adolescente, con sus virtudes y defectos. Esta aceptación no supone ignorar las innegables debilidades de las generaciones más jóvenes. Pero sí descarta una actitud de lejanía o desconfianza. Esto, a la larga, logra que, entre jóvenes y Sacerdotes, se formen muros de no-comunicación, de extrañeza o de rechazo.
b) El trato frecuente y familiar con adolescentes y jóvenes: los proyectos de Vida, los grandes ideales se comunican por el testimonio, la palabra prudente y oportuna “por contagio”, como suele repetir el Papa Benedicto XVI. Viendo a un Sacerdote trabajar y orar, sufrir y gozar, entregándose sin reservas a Cristo y, por Amor a Él, a la entera comunidad, muchos jóvenes pueden empezar a escuchar el atractivo de seguir a Cristo por el camino del Ministerio Sacerdotal y decidirse a seguirlo.
Por otra parte, es de suma importancia el trato cercano y amable del Sacerdote para con los jóvenes. El joven se entusiasma cuando observa a un Sacerdote alegremente entregado a su Ministerio: la Oración, los Sacramentos, la Predicación de la Palabra, la animación de la Vida en Caridad.
Un Sacerdote alegre y optimista no se deja atrapar por las dificultades y los contratiempos. Ha aprendido a mirar el lado positivo de las personas y de la Vida; es inmune ante el desaliento. Sabe motivar para una entrega constante y duradera. Obtiene que los jóvenes y adolescentes vayan despertando todo lo bueno que Dios les ha dado, amortiguando lo negativo que, por nuestra fragilidad, llevamos.
Es muy cierto que de cuantos Bienes Dios envía, el más estimable es la alegría. Al respecto, San Juan Crisóstomo escribía: “Para quien vive según Cristo, incluso las penas se vuelven gozo”. Y más recientemente San Juan Bosco decía: “Ya es bastante lograr que el ejemplo y la Oración del Sacerdote muevan al joven al buen obrar y a la frecuente alegría”.
Finalmente, es altamente recomendable el contacto y conocimiento de la familia. Sabes de sus anhelos y dificultades, conoces de primera mano que apoyan al joven, venciendo el instinto de protección y posesión que les mueve a no dejar que el joven ingrese al Seminario.
Y lo esperado: la invitación directa del muchacho. No es coacción; es una serena invitación. Si el joven dijera que no, bastaría con preguntarle el por qué. Si se muestra tímido o indeciso, esperar un mejor momento, para que pueda responder con mayor convicción, venciendo sus miedos y resistencias. Si la respuesta es positiva, trabajar en la Oración y en el Apostolado para, en contacto con los encargados de la Pastoral Vocacional del Seminario Diocesano, comiencen el camino a una importante experiencia, como lo es el Preseminario.
El Seminario, por su parte, en fechas cercanas, seguirá ofreciendo material para poder realizar, como gran familia diocesana, en el marco de la Misión Continental, la Pastoral Vocacional, tarea de todos, particularmente del Sacerdote.
No dejemos de orar, personal y comunitariamente, por las Vocaciones, para que no falten Sacerdotes según el Corazón de Cristo Jesús.
+Miguel Romano Gómez
Obispo auxiliar de Guadalajara
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