La Fiesta de Siete Semanas
o Cincuentena Pascual
Lunes 5 de Abril del 2010, Año Sacerdotal
Cincuentena: Fiesta de Siete Semanas
Escritores Cristianos del Siglo III y IV nos hablan de la «Cincuentena»: San Ireneo en Galia, Hipólito en Roma, los Documentos Acta Pauli en Asia Menor, Orígenes en Alejandría y Palestina, Tertuliano en África del Norte.
La Iglesia prolonga durante cincuenta días el Tiempo Pascual, celebrando el acontecimiento de la Resurrección de Jesucristo durante siete Domingos —o más exactamente, celebrando siete veces el Domingo de Pascua—. A lo largo de los siete Domingos y sus semanas correspondientes, la Iglesia contempla el Misterio de Cristo a la luz de la Pascua, reflexionando y recordando los distintos aspectos que este gran Misterio, centro de la fe Cristiana, tiene.
El octavo Domingo celebra la Solemnidad de Pentecostés, la Venida del Espíritu Santo, es decir la Efusión del Espíritu de Cristo Resucitado. Con ello culmina la Cincuentena Pascual.
No es casual la duración de cincuenta días, ya que se halla en relación con la Fiesta Judía de la Semanas. Los Judíos celebran la Fiesta de Pentecostés —en Hebreo Xabuot: Fiesta de las Semanas— a las siete semanas de la Fiesta de Pascua (50 días). Ese día, los Israelitas acudían en peregrinación al templo de Jerusalén, portando las primicias —los primeros frutos de sus cosechas—; quienes no pudieran peregrinar, celebraban la gran Fiesta en la sinagoga de su población, profusamente adornada para la ocasión.
También para los Cristianos, Pentecostés es una Fiesta muy importante, ya que ese Día recibieron los Apóstoles la Gracia del Espíritu Santo, según relata San Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Así pues, la comunidad Cristiana celebra ese Día la Efusión del Aliento o Espíritu Santo, exhalado por el Padre sobre los Apóstoles por medio de Jesús Resucitado.
«La Cincuentena Pascual» es el tiempo comprendido entre dos Fiestas importantes: la Resurrección de Cristo y la Efusión del Espíritu Santo. Es tiempo de gran significación, en el que se celebra y conmemora de modo especial aquel Acontecimiento Salvífico. Esa es la razón por la cual es denominada la Cincuentena como tiempo Santo, alegre, jubiloso, Fiesta de gozo, gran Domingo, imagen del mundo futuro… Las mismas normas que se establecían para el Domingo se aplicaban a la Cincuentena: No ayunar, no arrodillarse…
También es tiempo de perdonar, de alabar a Cristo, de socorrer al necesitado, de celebrar que el Esposo (Cristo) está entre los suyos (San Marcos 1, 19-20), de celebrar el Bautismo, de recordar la Resurrección de Cristo gracias a la Acción fecunda del Espíritu Santo. Dicho de otro modo, tiempo para prolongar y celebrar la Fiesta de Pascua.
A mediados del Siglo IV, al menos en Roma, empezaron a celebrar la Ascensión del Señor, tal como relata San León Magno en sus Homilías (440-461). Posteriormente, a finales del Siglo IV, en algunos lugares empezaron a conceder especial importancia al último día de la Cincuentena, es decir, al día de Pentecostés. En algunas comunidades, especialmente en las de Occidente, recordaban la Venida del Espíritu Santo, pero sin olvidar que el Espíritu era una Gracia concedida por Jesucristo en su Pascua. En Roma, el Día de Pentecostés llegó a celebrarse (...) así: la víspera había que ayunar, organizaban la Vigilia nocturna haciendo tantas lecturas como en la Vigilia Pascual y, además, le añadieron la Octava. En las comunidades eclesiales de Oriente —Jerusalén, Siria, Edesa, Mesopotamia— celebraban la Venida del Espíritu Santo y la Ascensión de Jesús.
Estructura de la Cincuentena en la actualidad
A raíz de la reforma litúrgica realizada tras el Concilio Vaticano II, se estableció la Cincuentena de Pascua. Ocho Domingos componen la misma: los siete Domingos de Pascua y el Domingo de Pentecostés. La Octava Pascual no se ha modificado, porque es tiempo de mistagogía, es decir, es todo una semana dedicada a acompañar a los nuevos Bautizados, en su integración en la Vida Sacramental de la comunidad Cristiana.
Era la semana de Catequesis para la integración de los nuevos Bautizados en la Vida Sacramental. Al mismo tiempo, la Liturgia ofrece a la comunidad Cristiana la oportunidad para celebrar solemnemente la Resurrección de Cristo, tomando los Relatos de Jesús Resucitado de los Cuatro Evangelistas.
Domingos de Pascua
Desde el II Domingo de Pascua hasta el VII Domingo de Pascua, en la Asamblea Santa que cada Domingo celebra la comunidad Cristiana, ésta escucha los aspectos más destacados del Acontecimiento Pascual y reflexiona sobre el Mensaje Esperanzador, goza de la Gloria de Cristo Resucitado, vive la alegría de tener de nuevo consigo al Esposo, recibe la Fuerza del Espíritu y refuerza la vida comunitaria, recordando y renovando los compromisos del Bautismo.
Fuente:
http://www.iglesiadeasturias.org/liturgia/FormacionTiPascual7.htm
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