24/10/10

En este Blog se valora y respalda categóricamente el Comunicado textual que sigue: “La dignidad del ser humano comienza en la fecundación”


En este Blog se valora y respalda categóricamente
el Comunicado textual que sigue: “La dignidad
del ser humano comienza en la fecundación”  

Domingo 24 de Octubre del 2010, Año Santo Jubilar Mariano

Comunicado de la Conferencia
Episcopal de Costa Rica

“La dignidad del ser humano
comienza en la fecundación”

«Dado que, en este momento, el Gobierno de Costa Rica evalúa, a petición de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la prohibición a la fecundación in Vitro, vigente en el país desde el año 2000 y, ante la posibilidad de que se reinstaure una técnica que, todavía hoy, infringe la barrera que tutela la dignidad humana; los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, nos sentimos en el deber de iluminar las conciencias de los fieles católicos, y de todas las personas de buena voluntad, manifestando nuestro compromiso cristiano con el respeto incondicional a la vida humana desde su concepción.

Aunque, la fecundación in Vitro es, frecuentemente, presentada a la opinión pública como la "ultima oportunidad" para las mujeres que sufren esterilidad; quienes la promueven ocultan que, dicha técnica, consiente "que seres humanos, en el estado más débil y más indefenso de su existencia, sean seleccionados, abandonados, asesinados o utilizados como material biológico".  

Sobre este punto, la misma Sala Constitucional ha indicado que la “Técnica de Fecundación In Vitro y Transferencia de Embriones” implica la manipulación de embriones, los cuales, previamente fecundados en un laboratorio, son transferidos al útero a sabiendas de que, la mayor parte de ellos están destinados a morir. Es decir, primero se procura darle vida a los embriones, pero luego, deliberadamente y con intervención humana, su vida se frustra. Así, dicha técnica acarrea una elevadísima pérdida de embriones (mucho más que en un proceso natural) y la deliberada manipulación de células.

En su sentencia, la Sala sopesó las diversas posiciones y concluyó que la vida humana debe ser protegida desde la propia concepción, como puntualmente estatuye la Convención Americana de Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente".

Con esta tesis, se demuestra que la defensa del derecho a la vida desde la concepción, no es un tema, exclusivamente religioso, aunque se quiera llevar el debate sólo a este terreno. Llama la atención que el informe Nº 85/10 de la CIDH omitió toda referencia al respeto de la vida humana a partir del momento de la concepción y, únicamente, considera los derechos de las personas a la intimidad y a fundar una familia; incluso, algunos de sus integrantes, acogieron la tesis abortista de priorizar la autonomía del cuerpo de la mujer al derecho a la vida de la persona por nacer.

En consecuencia, la Comisión atenta contra dos principios fundamentales de los derechos humanos: En primer lugar, el Principio del Interés Superior del Menor (noción que abarca al ser por nacer)  y que determina que, en un conflicto entre el interés de un niño y el de un adulto, prevalece el interés objetivo de resguardar al primero. En segundo lugar, de acuerdo con el Principio “In Dubio Pro Vida”, en caso de duda científica razonable, se debe optar por aquella tesitura que más favorezca el bien supremo vida y, precisamente, esto es lo que Costa Rica hizo al decidir proteger al embrión.

Al respecto, son abundantes los estudios científicos que demuestran que la técnica de fecundación in Vitro permanece todavía en un estado de desarrollo contrario a la dignidad humana y la vida, debido a los altos  riesgos para el embrión.

Así,  el voto de la Sala Constitucional por la vida significa, además de una resolución jurídica, una verdadera definición de la posición moral del Estado Costarricense, el cual, ni aún por ley, puede dictar normas contrarias a ese bien supremo. Este principio “expresa un gran “sí” a la vida humana, la cual “debe ocupar un lugar central en la reflexión ética sobre la investigación biomédica”.

Por lo demás, es claro que no existe resolución jurisdiccional alguna que condene a Costa Rica. Los informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos son simples recomendaciones que pueden ser acogidas o no. Únicamente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos puede conminar al Estado a actuar de cierta manera; empero, ese órgano no ha emitido pronunciamiento alguno porque la fase procesal correspondiente ni siquiera ha iniciado.

Por consiguiente, consideramos de capital importancia que se respeten, tanto el bien supremo de la persona por nacer, como la citada sentencia de la Sala Constitucional. Igualmente, debemos vigilar, celosamente,  el acatamiento del artículo  4.1 de la Convención Americana y  el artículo 21 de  nuestra propia Constitución Política que reza: “La vida humana es inviolable.”

Seguros de que la fe no sólo acoge y respeta lo que es humano, sino que también lo purifica, lo eleva y lo perfecciona y, de frente a la grave “instrumentalización” del ser humano en el estadio embrionario, reiteramos que el amor de Dios “no hace diferencia entre el recién concebido, aún en el seno de su madre, y el niño o el joven o el hombre maduro o el anciano. No hace diferencia, porque en cada uno de ellos ve la huella de su imagen y semejanza”.

Sabemos que la enseñanza de la Iglesia es descalificada por algunos sectores y que, incluso, se le acusa de resistirse al progreso de las ciencias e ignorar los derechos de los esposos.  Nada más lejos de la realidad.

El verdadero sentido de la ciencia es el servicio a la vida humana: “Es preciso decir con fuerza que el ser humano no puede ni debe ser sacrificado jamás a los éxitos de la ciencia o de la técnica”.

En el caso que nos ocupa, el científico no está actuando sobre un simple “material biológico” sino sobre una persona humana, cuya dignidad debe respetar. Así mismo, no podemos dejar de evidenciar la permanente tentación de manipular al ser humano, sin criterios éticos, para hacer de él un instrumento o mercancía. 

La Iglesia conoce el sufrimiento de los esposos que no alcanzan la anhelada descendencia.  Advirtiendo la angustia de estas personas y acompañándolas en el dolor que experimentan, la Iglesia les recuerda que un hijo “es siempre un don” y, consecuentemente, no puede constituir un medio para satisfacer una necesidad o un deseo, sino que, su dignidad como persona, exige que se le trate siempre como fin.

Elevamos nuestra oración al Señor, que ha venido “para que tengamos vida, y la tengamos en abundancia”, para que conceda a nuestros gobernantes el discernimiento y fortaleza para seguir respetando la dignidad de la persona que comienza, precisamente, por el reconocimiento y  la tutela de su derecho a vivir. Dado en San José, el día 8 de octubre del 2010».  

Monseñor Hugo Barrantes Ureña
Arzobispo Metropolitano de San José y
Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

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