El último y
hermoso Angelus del Pontificado
de Su
Santidad Benedicto XVI
Jueves 28 de Febrero del
Año de la Fe 2013
ÚLTIMO
ANGELUS DE BENEDICTO XVI:
EL SEÑOR
ME LLAMA A DEDICARME
TODAVÍA
MÁS A LA ORACIÓN,
PERO NO
ABANDONO LA IGLESIA –
Ciudad del
Vaticano, 24 Febrero 2013 (VIS). -Más de doscientas mil personas han asistido
esta mañana al último Angelus del Pontificado de Benedicto XVI. En los
alrededores de la Plaza de San Pedro, estaban instaladas cuatro pantallas
gigantes para que los fieles que no cabían en la Plaza pudieran ver al Papa
asomarse a la ventana de su estudio poco antes de mediodía.
El Santo
Padre ha sido recibido con un gran aplauso y, antes de empezar su breve
meditación, ha correspondido diciendo: “Gracias, muchas gracias”. Después, ha comentado
el Evangelio de este segundo Domingo de Cuaresma: el relato de la
Transfiguración del Señor.
“El Evangelista
Lucas -ha dicho- pone especial atención al hecho de que Jesús se transfiguró
mientras oraba: la suya es una Experiencia profunda de relación con el Padre en
una suerte de retiro espiritual que vive en un monte alto en compañía de Pedro,
Santiago y Juan, los tres Discípulos siempre presentes en los momentos de la
manifestación divina del Maestro. El Señor, que poco antes había predicho su Muerte
y Resurrección, ofrece a sus discípulos una anticipación de su Gloria. Y
también en la Transfiguración, como en el Bautismo, se oye la voz del Padre Celestial:
"Éste es mi Hijo, el elegido, escuchadle”.
La
presencia de Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas de la
Antigua Alianza, es muy significativa: toda la Historia de la Alianza se
orienta hacia Él, el Cristo, que lleva a cabo un nuevo "éxodo": no
hacia la Tierra prometida como en los tiempos de Moisés, sino hacia el Cielo.
La intervención de Pedro: "Maestro, qué bien estamos aquí" representa
el intento imposible de detener esta experiencia mística. San Agustín dice:
"Pedro... en la montaña tenía a Cristo como Alimento del alma. ¿Por qué
iba a bajar para volver a los trabajos y a los dolores, mientras allí estaba
lleno de sentimientos de Amor Santo hacia Dios y que, por lo tanto, le
inspiraban una conducta Santa? “.
“Si
meditamos en este Pasaje del Evangelio -ha proseguido- notamos una Enseñanza
muy importante. En primer lugar, la primacía de la Oración, sin la cual todo el
compromiso del Apostolado y de la Caridad se reduce a activismo. En Cuaresma,
aprendemos a dar su debido tiempo a la Oración, tanto personal como
comunitaria, que da aliento a nuestra Vida espiritual. Además, la Oración no es
aislarse del mundo y de sus contradicciones, como en el Tabor hubiera querido
hacer Pedro; al contrario, la Oración reconduce al camino, a la acción. “La Existencia
Cristiana -como he escrito en el Mensaje para esta Cuaresma- consiste en un continuo
subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el Amor
y la Fuerza que derivan de Éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas
con el mismo Amor de Dios”.
“Esta
Palabra de Dios la siento especialmente dirigida a mí, en este momento de mi Vida.
El Señor me ha llamado a "subir al monte", para dedicarme aún más a
la Oración y a la Meditación. Pero esto no significa abandonar la Iglesia; en
efecto, si Dios me pide esto es sólo para que yo pueda seguir sirviéndola con
la misma dedicación y el mismo Amor con que he intentado hacerlo hasta ahora,
pero de una manera más adecuada para mi edad y para mis fuerzas. Invoquemos la Intercesión
de la Virgen María: ¡Que nos ayude a seguir siempre al Señor Jesús en la Oración
y en la Caridad laboriosa!”.
Después de
rezar el Angelus, en los saludos en las diversas lenguas, el Papa ha dado
nuevamente las gracias a todos por haberle manifestado en estos días su
cercanía y tenerlo presente en sus oraciones y ha añadido: “Demos también
gracias a Dios por este sol que tenemos hoy”, ya que en Roma, contrariamente a
lo previsto, no llovía.
Después,
dirigiéndose a los peregrinos Polacos ha reafirmado que en el monte Tabor,
Cristo “reveló a sus Discípulos el esplendor de su Divinidad, dándoles la
certeza de que, a través del Sufrimiento y la Cruz se puede alcanzar la Resurrección.
Tenemos que percibir siempre su Presencia, su Gloria y su Divinidad en la Vida
de la Iglesia, en la contemplación y en los acontecimientos de todos los días”.
Al final,
hablando a los numerosos Italianos procedentes de diversas Diócesis de la
península, se ha despedido diciendo: “Gracias, de nuevo. Siempre estaremos
cerca en la Oración”.
Fuente:
http://www.news.va/es/news/ultimo-angelus-de-benedicto-xvi-el-senor-me-llama