Enseñanzas valiosísimas de nuestro
muy amado Santo Padre Benedicto XVI
Viernes 30 de Noviembre
del Año de la Fe 2012
HABLAR DE
DIOS EN NUESTRO TIEMPO
Ciudad del
Vaticano, 28 noviembre 2012 (VIS).- “¿Cómo hablar de Dios en nuestro tiempo?
¿Cómo comunicar el Evangelio para abrir caminos a su Verdad salvadora?”. Estos
han sido los interrogantes a los que el Santo Padre ha querido responder con la
Catequesis de la Audiencia General de los Miércoles, que ha tenido lugar en el
Aula Pablo VI.
“En Jesús
de Nazaret -ha dicho el Papa- encontramos el Rostro de Dios que ha bajado de su
Cielo, para sumergirse en el mundo de los hombres y enseñarnos el “Arte de
vivir”, el Camino de la Felicidad, para liberarnos del pecado y hacernos
plenamente Hijos de Dios”.
“Hablar de
Dios -ha proseguido- significa, ante todo, tener claro lo que debemos
transmitir a los hombres y mujeres de nuestra época: Dios ha hablado con
nosotros, (...) no un Dios abstracto, una hipótesis, sino un Dios concreto, un
Dios que existe, que ha entrado en la Historia y está presente en la Historia;
el Dios de Jesucristo (...) como respuesta a la pregunta fundamental de por qué
y cómo vivir. Por eso hablar de Dios requiere un continuo crecimiento en la Fe,
una familiaridad con Jesús y su Evangelio, un profundo conocimiento de Dios y
una fuerte pasión por su Proyecto de Salvación, sin ceder a la tentación del
éxito (...) sin temor a la humildad de los pequeños pasos y confiando en la
levadura que entra en la masa y hace que crezca lentamente. Al hablar de Dios,
en la Obra de la Evangelización, bajo la Guía del Espíritu Santo, necesitamos
recuperar la simplicidad, regresar a lo esencial del Anuncio: la Buena Nueva
del Dios concreto, que se interesa por nosotros, del Dios-Amor que se acerca a
nosotros en Jesucristo, hasta la Cruz, y que en la Resurrección nos da Esperanza
y nos abre una Vida que no tiene fin, la Vida Eterna”.
El Papa ha
recordado que para San Pablo, comunicar la Fe “no significa manifestar el
propio yo sino decir abierta y públicamente lo que ha visto y sentido en el
encuentro con Cristo, lo que ha experimentado en su Vida ya transformada por
ese encuentro. El Apóstol no se contenta de proclamar con las palabras, sino
que implica toda su existencia en la gran Obra de la Fe (...) Para hablar de
Dios, hay que dejarle sitio, con la confianza de que es Él quien actúa en
nuestra debilidad: dejarle espacio sin miedo, con sencillez y alegría, con la
profunda convicción de que cuanto más el centro sea Él y no nosotros, más será
fructífera nuestra comunicación (...) Y esto es válido también para las
comunidades Cristianas que están llamadas a mostrar la Acción transformadora de
la Gracia de Dios, superando individualismos, cierres, egoísmos, indiferencia y
viviendo en las relaciones diarias el Amor de Dios. Tenemos que ponernos en
marcha para ser siempre y realmente anunciadores de Cristo y no de nosotros
mismos”.
En este
punto, ha proseguido, debemos preguntarnos “cómo comunicaba Jesús. Jesús (...)
habla de su Padre - Abba lo llama - y del Reino de Dios, con los ojos llenos de
compasión por los sufrimientos y las dificultades de la existencia humana. En
los Evangelios vemos cómo se interesa por todas las situaciones humanas que
encuentra, se sumerge en la realidad de los hombres y mujeres de su tiempo, con
una plena confianza en la Ayuda del Padre (...) En Él, Anuncio y Vida están
entrelazados: Jesús actúa y enseña, siempre a partir de una relación profunda
con Dios Padre. Esta forma se convierte en una indicación fundamental para los Cristianos:
nuestro modo de vivir en la Fe y en la Caridad se transforma en un hablar de
Dios hoy, porque demuestra, con una existencia vivida en Cristo, la
credibilidad y el realismo de lo que decimos con palabras. Tenemos que prestar
atención a interpretar los signos de los tiempos en nuestra época, a individuar
el potencial, los deseos y los obstáculos de la Cultura contemporánea; en
particular el deseo de autenticidad, el anhelo de trascendencia, la sensibilidad
por la salvaguardia de la creación, y comunicar sin temor la respuesta que
ofrece la Fe en Dios”.
“Hablar de
Dios significa, por lo tanto, hacer entender con nuestras palabras y nuestras Vidas
que Dios no es un competidor de nuestra existencia, sino, al contrario el
verdadero Garante, el Garante de la grandeza de la persona humana. Así que
volvemos al principio: hablar de Dios es comunicar, con la fuerza y la
sencillez, con la palabra y la Vida, lo que es esencial: el Dios de Jesucristo,
ese Dios que nos ha mostrado un Amor tan grande como para encarnarse, para
morir y resucitar por nosotros; ese Dios que nos invita a seguirlo y dejarnos
transformar por Su Amor inmenso para renovar nuestra Vida y nuestras
relaciones; el Dios que nos ha dado a la Iglesia, para caminar juntos y, a
través de la Palabra y los Sacramentos, renovar toda la ciudad de los hombres
para que pueda llegar a ser la Ciudad de Dios”, ha concluido el Santo Padre.
Fuentes:
http://www.aica.org/4277-catequesis-del-papa-hablar-de-dios-en-nuestro-tiempo.html
“En Jesús
de Nazaret -ha dicho el Papa- encontramos el Rostro de Dios que ha bajado de su
Cielo, para sumergirse en el mundo de los hombres y enseñarnos el “Arte de
vivir”, el Camino de la Felicidad, para liberarnos del pecado y hacernos
plenamente Hijos de Dios”.